Mediante un programa diseñado para el caso se separan los píxeles de una imagen digital, como rompiendo un mosaico. Cada píxel es puesto en la linea de tiempo de un programa de edición de vídeo haciendo de cada píxel un fotograma. La velocidad de los fotogramas es la del parpadeo de una luz fluorescente. El resultado es una masa de color tintineante que contiene, atomizada y convertida en luz, la imagen.