Olor a barranco Pruebas, esbozos, piezas finales, restos y basurilla del montaje sobre un plano horizontal, a la altura de la espinilla, con el que de noche tropiezas y te cagas en dios. Encontramos huesos, imágenes conglomeradas, marcas, moldes, todas las fotografías, una sonrisa, un arco. Encontramos treinta y siete grados y algunos olores.

La hipertrofia a la que está sometida me impide comprenderla. Al no poder asir una significación sólo queda afrontarla desde otro lugar, desde otra apertura. Ojalá desde el cuerpo.

Con este artefacto comienzo una apología del caos, de la insignificancia. Una empresa informe que se inhala como una bocanada de aire. Oxigenando, revitalizando desde la potencia de lo inmundo.